O texto apresentado é obtido de forma automática, não levando em conta elementos gráficos e podendo conter erros. Se encontrar algum erro, por favor informe os serviços através da página de contactos.
Não foi possivel carregar a página pretendida. Reportar Erro

1916 I SÉRIE - NÚMERO 45

que esse dia foi um marco importante da sua acção política, e todos os acontecimentos que se seguiram até hoje vieram demonstrar que se encontrava no caminho justo.
Os cumprimentos que aqui lhe dirigimos envolvem todos aqueles que, com V. Ex.ª, combateram pela liberdade e justiça social na grande nação amiga.
Não oferece dúvidas que a revolução política que soubemos fazer em cada um dos nossos países precisa de ser complementada por uma outra revolução que altere o tipo de relações que até agora tem existido entre Espanha e Portugal, que se alargue para além das nossas fronteiras, que se estenda por essa Europa fora.
Ao defendermos os interesses dos nossos países, devemos, em meu entender, pensar que só o conseguiremos se não prejudicarmos os interesses próprios de um ou de outro. Como V. Ex.ª afirmou, não podemos continuar como irmãos siameses ligados pelas costas, temos de encontrar a maneira de sermos irmãos ligados lado a lado. Assim sairemos da crise que a todos nos atormenta, evitando que se tomem por vezes medidas destinadas a acorrer a situações conjunturais, em termos estritamente nacionais, que se não enquadram numa visão mais ampla dos problemas dos dois países.
Espanhóis e Portugueses, orgulhosos da sua própria nacionalidade, estão pagando caro as barreiras artificiais que se construíram para nos separar com o espírito mesquinho da época, para que vivêssemos de costas voltadas um para o outro. Temos de derrubar essas barreiras.
É ainda hoje mais difícil percorrer, por estrada ou caminho de ferro, os 600 km que separam Lisboa de Madrid do que os cerca de 1500 km que vão de Roma a Bruxelas. Ê mais difícil sair por caminho de ferro de Portugal ou de Espanha para França do que percorrer toda a Europa, pois até a bitola das linhas férreas nos mudaram.
Os portos de toda a costa ocidental da península não estão ao serviço das economias dos nossos dois países, porque apesar de constituírem escoadores naturais dos nossos produtos e de deverem servir para o intercâmbio entre a península, a África e as Américas, se encontram bloqueados pela falta de comunicações entre Portugal e Espanha.
Fácil seria multiplicar os exemplos da falta de colaboração existente para a solução dos problemas que afligem os nossos dois países, mas, Sr. Presidente, estamos certos que os nossos governos saberão ultrapassar as dificuldades ancestrais que nos criaram e construir para os nossos povos um futuro mais justo e mais feliz.
São esses os votos dos representantes do Povo Português aqui reunidos.

Aplausos gerais.

O Sr. Presidente: - Vai agora usar da palavra o Sr. Presidente do Governo de Espanha.

O Sr. Presidente do Governo de Espanha (Felipe Gonzalez): - Sr. Presidente, Srs. Deputados: Es esta ía primera vez que el Presidente deL Gobierno de Espana tiene ocasión de dirigirse a ía Asamblea de ía República, Asamblea que representa ía voluntad soberana y pluralista dei pueblo português. En este Parlamento, un espanol como yo no puede olvidar que, hace hoy 163 anos, el 11 de Noviembre de 1820 se produjo entre el pueblo y el ejército portugueses, como en un antecipado 25 de Abril, un acontecimiento importante: pueblo y ejército reclamaron sus liberta-des, de acuerdo con el espíritu de ía Constirución de Cádiz de 1812, que tanta repercusión habría de tener ai mismo tiempo en el Continente Iberoamericano.
Es esta una fecha muy indicada, por tanto, para que deje constância ante ustedes de ía profunda satisfac-ción y el alto honor que.siento ai dirigirles ía palabra desde este estrado. Quiero agradecerles muy sinceramente esta oportunidad que se me brinda de exponer aqui, en Portugal, los anhelos dei pueblo espanol y los mios propios ante los representantes de ía voluntad popular y de ía esencia misma dei sistema democrático que ambas naciones compartimos, porque estoy convencido de que solo en este sistema, y solo en este sistema, podremos encontrar y elaborar un proyecto ilusionado de futuro para nuestros dos países.
Venir a Portugal ha sido uno de mis primeros deseos desde ía formación de nuestro Gobierno, hace ya casí un ano.
En primer lugar, por ía urgente necesidad, para todos evidente, de impulsar un nuevo clima en nues-tras relaciones, que deben superar los obstáculos de Io cotidiano para alzar definitivamente el vuelo.
Y también por el carino que siento hacia Io português y por el recuerdo indeleble de nuestras experiências comunes. Muchos fuimos los espanoles que vinimos aqui en el ano 1974 para ver «os cravos vermelhos». Y que quedamos prendados dei pueblo português y admirados por su esfuerzo de recuperación de Ias libertades.
La celebración de este encuentro en Lisboa y mi presencia hoy ante esta Câmara tienem, a mi juício, un significado especial: el de mostrar ía clara voluntad de mi pais de comenzar una nueva etapa en nuestras relaciones, dentro de ía convergência en el ideal compartido de ía construcción europea y de ía cooperación con Iberoamérica y con África.
Entiendo que esta nueva etapa de nuestras relaciones ha de basarse en estos princípios rectores: ía afir-mación de un mútuo y firme respeto, ía comprobación de ía existência de múltiples intereses comunes que nos obligan a una activa solidaridad, y ía voluntad de mirar hacia el futuro, enmarcando nuestras relaciones en el proceso de adhesión a ía Comunidad Europea en nuestro esfuerzo de modernización de ía sociedad.
Tanto ía ilusionada tarea de construcción europea en ía que Espana y Portugal quieren ser partícipes como los comunes esfuerzos para afianzar en nuestros dos países un modelo de convivência basado en el respeto de Ias libertades públicas, ía solidaridad y el pluralismo, deben servimos de acicate para promover ese acercamiento que hoy reclaman nuestros pueblos y nuestro devenir histórico.
El programa dei Gobierno espanol -y así Io su-brayé en el discurso de investidura - aspira a dedicar atención preferente a los países de nuestro entorno inmediato. En aquella ocasión dije que Ias dificultades transitórias no deben hacer alterar nunca ía necesidad dei mútuo entendimiento y de ía cooperación benefi-ciosa para todos, y manifeste - cito textualmente - «nuestra política de vecindad encuentra una dirección privilegiada en Io que se refiere a Portugal. Sobre ía base dei más escrupuloso respeto a Ias posiciones e intereses de cada parte, una política espanola que no